Alfarería de Ixtaltepec: maestría de tierra, agua y fuego
#Ixtaltepec 21.04023 (#nacionesmx).- A unos mil grados centígrados, la tierra del río modelada por alfareros binni yaatis se convierte en ollas enormes, utilizadas para cocinar el "Estofado", la comida ancestral en las fiestas de los zapotecas del Istmo de Tehuantepec.
“La alfarería no es una tradición, es la cultura misma... la que nos hizo pueblo”, dice Abelino Jiménez, maestro alfarero del taller “Regalos de la tierra” en Asunción Ixtaltepec, Oaxaca. La crónica del asentamiento de su pueblo en este lugar respalda su dicho: sus antepasados decidieron fundar Ixtaltepec porque encontraron aquí barro útil para la alfarería.
Ollas, platos, tinacos, macetas, cántaros, muñecas… son algunos de los objetos de uso cotidiano, rituales y decorativos que se producen en los talleres de alfarería instalados en este municipio zapoteca, donde unas cien familias resisten al menosprecio y discriminación de este oficio milenario, en tiempos que la idea de “progreso” amenaza las formas básicas de convivencia con la naturaleza y entre las personas.
El barro es extraído en la cuenca del Guigu Bicu, después de secado, molido y cribado, pasa por diferentes procesos de inmersión en agua, colado y mezcla con arena fina, hasta conformar una masa homogénea de color gris verdoso, brillante.
Mientras unos dan forma a las piezas con las manos y tornos de pie, o incluso sobre andamios para las piezas de mayor tamaño, otros les dan el acabado, empleando técnicas de modelado.
Las piezas se secan en la sombra, para después meterlas al horno que durante ocho horas de fuego alcanzará la temperatura máxima de mil 450 grados centígrados, lo cual funde los materiales en una sola pieza y les da su color rojizo característico. "Son piezas que pueden durar siglos en su misma forma".
El maestro Abelino asegura que la calidad del trabajo reside en el horneado a alta temperatura, en Oaxaca sólo en el Istmo se trabaja a punto de fundir la arena, por eso son objetos tan duraderos.
Abelino Jiménez
Es descendiente de una familia de alfareros, conoce el oficio desde niño y nos dice que no son buenos tiempos para este oficio. La sobreexplotación de bienes naturales por parte de empresas constructoras y la tala inmoderada en la cuenca de Guigu Bicu escasea las materias primas en la región.
Los objetos de plástico también representan una competencia desleal para los alfareros y para otros oficios. Abelino dice que además es nocivo para la salud “el plástico ha venido cambiando la forma de vivir, estamos inundados de plástico, contaminando nuestro lugar de vida”.
Recuerda que no siempre fue así, pero actualmente muchos que dicen “tener cultura” ven a los alfareros como “gente de nivel bajo”, hay discriminación por considerarles analfabetas, lo cual aleja a los jóvenes del oficio, así como la misma discriminación los aleja de su lengua materna.
Sus compañeros alfareros sugieren que en los bachilleratos deberían enseñar alfarería, como un taller más de tecnología.
A pesar de la falta apoyo de los gobiernos y de caminar en contra de la idea de “modernidad” y “progreso”, Abelino Jiménez asegura que está tranquilo porque sabe que todo trabajo a la larga rinde frutos, si hay constancia y tenacidad, “te llegan tus cinco minutos de fama”.
El avance de la industrialización y la idea que pone al capital al centro de la vida, tampoco le preocupa de manera personal; sin embargo, le duele que existan personas dispuestas a matar su entorno para tener “una mejor vida”, dice que el exceso de televisión ha dañado a generaciones enteras, lo cual no es justo para nadie, pero no se enoja… porque dice “los hombres inteligentes no nos enojamos”.
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